Monforte celebró la arraigada bendición de las roscas de San Blas
(patrón de la garganta), bendición que se hace en las iglesias del Valle de
Lemos el dia 3 de febrero, aunque la más multitudinaria se celebra en la iglesia
de San Vicente.
Este 2013 se oficiaron tres misas (una mas a las 12,30 ) además de la de las
11, la que mas fieles congregó y otra a las 6 de la tarde.
Este año lució el sol y el día de San Blas fue domingo lo que propició que el
templo estuviese abarrotado de fieles, solo se echaba en falta los estudiantes
que otros años eran nota dominante en San Vicente.
Este año la cola para pasar las cintas por el Santo llegaba hasta la mitad de
la iglesia. La misa de las 11 estuvo acompañada por la Coral de Renfe.
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Historia de San Blas
Blas significa: "arma de la
divinidad".(año 316)
San Blas fue obispo de
Sebaste, Armenia (al sur de Rusia).
Al principio ejercía la
medicina, y aprovechaba de la gran influencia que le daba su calidad
de excelente médico, para hablarles a sus pacientes en favor de
Jesucristo y de su santa religión, y conseguir así muchos adeptos
para el cristianismo.
Al conocer su gran santidad,
el pueblo lo eligió obispo.
Cuando estalló la
persecución de Diocleciano, se fue San Blas a esconderse en una
cueva de la montaña, y desde allí dirigía y animaba a los cristianos
perseguidos y por la noche bajaba a escondidas a la ciudad a
ayudarles y a socorrer y consolar a los que estaban en las cárceles,
y a llevarles la Sagrada Eucaristía.
Cuenta la tradición que a la
cueva donde estaba escondido el santo, llegaban las fieras heridas o
enfermas y él las curaba. Y que estos animales venían en gran
cantidad a visitarlo cariñosamente. Pero un día él vio que por la
cuesta arriba llegaban los cazadores del gobierno y entonces espantó
a las fieras y las alejó y así las libró de ser víctimas de la
cacería.
Entonces los cazadores, en
venganza, se lo llevaron preso. Su llegada a la ciudad fue una
verdadera apoteosis, o paseo triunfal, pues todas las gentes, aun
las que no pertenecían a nuestra religión, salieron a aclamarlo como
un verdadero santo y un gran benefactor y amigo de todos.
El gobernador le ofreció
muchos regalos y ventajas temporales si dejaba la religión de
Jesucristo y si se pasaba a la religión pagana, pero San Blas
proclamó que él sería amigo de Jesús y de su santa religión hasta el
último momento de su vida.
Entonces fue apaleado
brutalmente y le desgarraron con garfios su espalda. Pero durante
todo este feroz martirio, el santo no profirió ni una sola queja. El
rezaba por sus verdugos y para que todos los cristianos perseveraran
en la fe.
El gobernador, al ver que el
santo no dejaba de proclamar su fe en Dios, decretó que le cortaran
la cabeza. Y cuando lo llevaban hacia el sitio de su martirio iba
bendiciendo por el camino a la inmensa multitud que lo miraba llena
de admiración y su bendición obtenía la curación de muchos.
Pero hubo una curación que
entusiasmó mucho a todos. Una pobre mujer tenía a su hijito
agonizando porque se le había atravesado una espina de pescado en la
garganta. Corrió hacia un sitio por donde debía pasar el santo. Se
arrodilló y le presentó al enfermito que se ahogaba. San Blas le
colocó sus manos sobre la cabeza al niño y rezó por él.
Inmediatamente la espina desapareció y el niñito recobró su salud.
El pueblo lo aclamó entusiasmado.
Le cortaron la cabeza (era
el año 316). Y después de su muerte empezó a obtener muchos milagros
de Dios en favor de los que le rezaban. Se hizo tan popular que en
sólo Italia llegó a tener 35 templos dedicados a él. Su país,
Armenia, se hizo cristiano pocos años después de su martirio.
En la Edad Antigua era
invocado como Patrono de los cazadores, y las gentes le tenían gran
fe como eficaz protector contra las enfermedades de la garganta. El
3 de febrero bendecían dos velas en honor de San Blas y las
colocaban en la garganta de las personas diciendo: "Por intercesión
de San Blas, te libre Dios de los males de garganta". Cuando los
niños se enfermaban de la garganta, las mamás repetían: "San Blas
bendito, que se ahoga el angelito".
Preparación:
Mezclar en un bol, los huevos, el azúcar, el anís y el aceite.
Agitar hasta que esté bien homogeneizado. Incorporar la harina y
amasar hasta conseguir un textura correosas. Tomar porciones del
tamaño de una nuez y, sobre la mesa ligeramente untada de aceite,
formar tiras que uniremos por los extremos formando las rosquillas.
Colocar sobre una chapa de horno y cocer a 250ºC aproximadamente.
Ingredientes para el
blanquete
Claras de huevo: 4 unidades
Azúcar a 109ºC: 1 kilo (punto hebra fuerte)
Preparación
Batir las claras e ir incorporando el azúcar en su punto, poco a
poco y sin dejar de batir, hasta que se forme el merengue.
Terminación
Una vez cocidas y frías, las bañaremos primero por un lado y las
meteremos en el horno para que se sequen y cuando estén frías se
bañan por el otro lado y se vuelven a meter en el horno.