VIDEO DE LA CELEBRACION (TV7 moforte)
San Blas
abarrotó un año más la iglesia de San Vicente en Monforte,
aunque se nota de manera especial la falta de los estudiantes
que hace algunos años acudían. Este 3 de febrero de 2007,
tuvimos como es bastante habitual niebla, lo que no impidió que
la iglesia estuviese abarrotada de fieles que con sus bolsas
llenas de roscas y sus correspondientes cintas acudió a pedir la
intercesión del santo para evitar males de garganta. Fueron
mucos los que subiendo al altar (lugar donde se encontraba el
santo) a pasar repetidamente las cintas por las garganta de la
imagen de San Blas. Los sacerdotes tuvieron dificultades para
dar la comunión a los fieles, porque estos no podían moverse por
el interior de la iglesia y se solucionó esto siendo los
sacerdotes los que se acercaban a los fieles. Al final de la
misa el sacerdote que ofició la ceremonia leyó el ritual de la
bendición y recorrió el templo bendiciendo con agua bendita los
miles de roscas que en el interior y exterior de la iglesia
había.
Cientos de
personas participaron, recibiendo la eucaristía, algo que no es
muy habitual en nuestros días. Esta masiva afluencia de fieles
contrasta con el abandono del templo, en el que se permite que
los murales de la pared se deterioren y se destruyan, las
ventanas están con una buena cantidad de cristales rotos y en
algunas se ve desde el interior de la iglesia tal cantidad de
telas de araña que a buen seguro nadie se acordará de cuando fue
la última vez que se reparó el templo (sin contar la cubierta
que fue una contraprestación de paradores de España).
Las autoridades
educativas, excesivamente celosas, suprimieron la costumbre que
venía de hace más de 20 años, de subir todos los estudiantes a
bendecir las roscas. Sin lugar a dudas era la única actividad
que se desarrollaba en Monforte, en la que los jóvenes de todos
los centros de enseñanza se unían para participar en algo.
Historia de San Blas
Blas
significa: "arma de la divinidad".(año 316)
San Blas fue
obispo de Sebaste, Armenia (al sur de Rusia).
Al principio
ejercía la medicina, y aprovechaba de la gran influencia que le
daba su calidad de excelente médico, para hablarles a sus
pacientes en favor de Jesucristo y de su santa religión, y
conseguir así muchos adeptos para el cristianismo.
Al conocer
su gran santidad, el pueblo lo eligió obispo.
Cuando
estalló la persecución de Diocleciano, se fue San Blas a
esconderse en una cueva de la montaña, y desde allí dirigía y
animaba a los cristianos perseguidos y por la noche bajaba a
escondidas a la ciudad a ayudarles y a socorrer y consolar a los
que estaban en las cárceles, y a llevarles la Sagrada
Eucaristía.
Cuenta la
tradición que a la cueva donde estaba escondido el santo,
llegaban las fieras heridas o enfermas y él las curaba. Y que
estos animales venían en gran cantidad a visitarlo
cariñosamente. Pero un día él vio que por la cuesta arriba
llegaban los cazadores del gobierno y entonces espantó a las
fieras y las alejó y así las libró de ser víctimas de la
cacería.
Entonces los
cazadores, en venganza, se lo llevaron preso. Su llegada a la
ciudad fue una verdadera apoteosis, o paseo triunfal, pues todas
las gentes, aun las que no pertenecían a nuestra religión,
salieron a aclamarlo como un verdadero santo y un gran
benefactor y amigo de todos.
El
gobernador le ofreció muchos regalos y ventajas temporales si
dejaba la religión de Jesucristo y si se pasaba a la religión
pagana, pero San Blas proclamó que él sería amigo de Jesús y de
su santa religión hasta el último momento de su vida.
Entonces fue
apaleado brutalmente y le desgarraron con garfios su espalda.
Pero durante todo este feroz martirio, el santo no profirió ni
una sola queja. El rezaba por sus verdugos y para que todos los
cristianos perseveraran en la fe.
El
gobernador, al ver que el santo no dejaba de proclamar su fe en
Dios, decretó que le cortaran la cabeza. Y cuando lo llevaban
hacia el sitio de su martirio iba bendiciendo por el camino a la
inmensa multitud que lo miraba llena de admiración y su
bendición obtenía la curación de muchos.
Pero hubo
una curación que entusiasmó mucho a todos. Una pobre mujer tenía
a su hijito agonizando porque se le había atravesado una espina
de pescado en la garganta. Corrió hacia un sitio por donde debía
pasar el santo. Se arrodilló y le presentó al enfermito que se
ahogaba. San Blas le colocó sus manos sobre la cabeza al niño y
rezó por él. Inmediatamente la espina desapareció y el niñito
recobró su salud. El pueblo lo aclamó entusiasmado.
Le cortaron
la cabeza (era el año 316). Y después de su muerte empezó a
obtener muchos milagros de Dios en favor de los que le rezaban.
Se hizo tan popular que en sólo Italia llegó a tener 35 templos
dedicados a él. Su país, Armenia, se hizo cristiano pocos años
después de su martirio.
En la Edad
Antigua era invocado como Patrono de los cazadores, y las gentes
le tenían gran fe como eficaz protector contra las enfermedades
de la garganta. El 3 de febrero bendecían dos velas en honor de
San Blas y las colocaban en la garganta de las personas
diciendo: "Por intercesión de San Blas, te libre Dios de los
males de garganta". Cuando los niños se enfermaban de la
garganta, las mamás repetían: "San Blas bendito, que se ahoga el
angelito".
Receta para hacer las roscas
de San Blas
Ingredientes:
Huevos frescos: 350 grs. (7 unidades)
Azúcar: 15 grs. (una cuchara sopera)
Aceite: 125 grs.
Anís: 15 grs. (dos cucharas soperas)
Harina: 500 grs.
Preparación:
Mezclar en un bol, los huevos, el azúcar, el anís y el aceite.
Agitar hasta que esté bien homogeneizado. Incorporar la harina y
amasar hasta conseguir un textura correosas. Tomar porciones del
tamaño de una nuez y, sobre la mesa ligeramente untada de
aceite, formar tiras que uniremos por los extremos formando las
rosquillas. Colocar sobre una chapa de horno y cocer a 250ºC
aproximadamente.
Ingredientes
para el blanquete
Claras de huevo: 4 unidades
Azúcar a 109ºC: 1 kilo (punto hebra fuerte)
Preparación
Batir las claras e ir incorporando el azúcar en su punto, poco a
poco y sin dejar de batir, hasta que se forme el merengue.
Terminación
Una vez cocidas y frías, las bañaremos primero por un lado y las
meteremos en el horno para que se sequen y cuando estén frías se
bañan por el otro lado y se vuelven a meter en el horno.
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