Del Neolítico son
los primeros molinos de los que se tienen noticias. El procedimiento
para moler el grano era muy básico, consistía en frotar dos piedras
de reducido tamaño entre si y con el grano entre ellas.
A estos
primitivos molinos de mano les sucedieron otros de características
similares, la
diferencia estaba
en sus piedras que eran circulares y de mayor tamaño. Este tipo de
molinos fueron los que se encontraron en nuestros castros e
introducidos, posiblemente, por los romanos.
Ya en la alta
Edad Media es cuando se introduce el molino hidráulico, instalandose
en las orillas de los
ríos y arroyos para aprovechar la fuerza hidráulica del agua.
Al ser de
considerable tamaño, ya permitían moler grandes cantidades de grano
en un reducido margen
de tiempo.
Parte del caudal
de agua del arroyo era desviado a través de un canal hasta la
entrada del molino, el agua
se encañaba directamente sobre el rodicio. La fuerza del agua hacía
girar el rodicio y el
eje al que estaba unido, este al mismo tiempo movía la muela o
piedra encargada de
triturar el grano por fricción sobre otra piedra fija y en la que
era depositado el grano.
Este modelo de
molino es el que se conservó hasta la actualidad, con algunas
mejoras en su construcción, y con el mismo funcionamiento básico de
hace cientos de años.
Estas pequeñas
industrias de uso doméstico, repercutieron en gran medida en la vida
social y económica de muchas aldeas donde estaban enclavados. Eran
muchos los vecinos y gentes de otros pueblos que llevaban el grano a
moler, a estas gentes el molinero les cobraba una cantidad
equivalente en grano, denominada maquía, dependiendo también de la
cantidad de grano molido.
Los molinos de
Seceda:
Esta pequeña
industria tuvo gran repercusión en la vida social y económica de
Seceda. Cuatro son los molinos que se construyeron a orillas del
arroyo de Seceda, en el lugar conocido como Muiños, y en un tramo de
apenas kilómetro y medio.
Estos molinos
dejaban de funcionar en los meses de mayor rigor estival, cuando el
caudal del arroyo de Seceda bajaba de nivel y no era suficiente para
mover el rodicio. Debido a este inconveniente, los vecinos de Seceda
tenían que desplazarse con el grano a los molinos de Lousadela y de
Santalla de Abajo, ambos en el río Lóuzara.
Actualmente solo
tres se conservan en un estado aceptable, el cuarto se encuentra en
ruinas, y llevan sin funcionar más de 25 años.
Recorrido:
A la salida de
Seceda, a 50 metros de la última casa dirección Lousadela, parte un
camino a la izquierda de
la carretera que baja dirección al arroyo de Seceda y que transcurre
entre castaños
centenarios.
Recorridos 300
metros, aproximadamente, nos desviamos a la izquierda por un nuevo
camino que nos
permitirá acceder al lugar de Muiños, zona donde se localizan los
antiguos molinos de Seceda.
El tramo del
camino hasta llegar al río tiene una pendiente bastante pronunciada,
con la particularidad de
estar prácticamente empedrado, en chapacuña, para evitar que el
firme fuera arrastrado
por el agua en temporada de lluvias.
Cruzamos el
arroyo de Seceda por un antiguo puente de madera, a continuación
tenemos un cruce de caminos desviandonos por el de la
derecha. Vamos paralelos al río de Seceda por su margen izquierda
dirección a los primeros prados.
200 metros más y llegamos al primer molino
denominado Muiño dos Vilas, el de mayor tamaño y en buen estado de conservación,
pertenece a varias propietarios o familias.
Continuamos por la orilla del río Seceda que ya
presenta un caudal respetable al ser varios los manantiales y
pequeños arroyos que van aportando pequeños caudales de agua.
En este tramo el río tiene un discurrir muy
irregular, formando abundantes rápidos y varias cascadas de altura
reducida pero de gran belleza.
Unos pocos metros más alante y nos encontramos
con un nuevo molino, lamentablemente en estado ruinoso.
El
camino se va estrechando y la maleza empieza a invadir el camino,
bordeamos varios prados y antes de cruzar de nuevo el río de
Seceda tenemos un tercer molino. Este se encuentra al lado mismo del
puente de madera y su estado es bastante aceptable.
A partir de aquí, nada más cruzar el río, el
camino se va perdiendo para cerrarse definitivamente.
El cuarto molino se encuentra río arriba, al
lado de la carretera que conduce a Folgoso y Seoane do Courel, a la salida de Seceda,
siendo esta el único acceso al mismo.
En este tramo del río existían varias pozas
artificiales, en las que sumergían el lino durante 40 días para que
se pudriera la casca.
Esta ruta tiene un alto valor etnográfico por
este tipo de construcciones y al mismo tiempo podemos disfrutar de
un entorno natural creado por el río Seceda de gran belleza.
La longitud del camino es de 1,5 kilómetros,
aproximadamente. Recorrerla nos llevará una hora, ida y vuelta. La
dificultad es baja.
Como llegar:
Desde O Incio por la carretera que conduce a
Ferrería do Incio y a A Casela para bajar al valle del Lóuzara y finalizar en Seceda.
Desde Folgoso por la carretera que comunica con
Seoane, en el kilómetro 7 tenemos un
indicador a la izquierda para Sobredo y Seceda.
10 kilómetros más y entramos en Seceda.
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