El denominado puente “viejo”, “de piedra”, incluso “medieval” o “principal”, se levanta sobre el río Cabe a su paso por la milenaria población de Monforte de Lemos.

Desde sus orígenes y hasta la actualidad, constituyó y constituye un elemento esencial como punto de comunicación de la ciudad de Monforte.

En la Edad Media era considerado vital para “enlazar” los seculares barrios de Remberde, Abeledos, O Fabeiro, Cobas, parroquias de A Vide, Moreda, Baamorto, etc., con el núcleo monfortino más habitado,  con las calles Falagueira, Rúa Vella, Zapatería, A Pena, Herradores, Herreros, Sedeiros, Os Chaos, Pelambres…

Siguiendo los datos que se recogen en el trabajo –inédito hasta la fecha- que realizaron un equipo de investigadores,  sobre “los Caminos a Santiago en la zona sur de Lugo”, y financiado por el Excmo Concello de Monforte de Lemos, el puente en cuestión, era receptor de “mandas pías” en el siglo XIII, recibiendo en el año 1331 una manda para su obra. Se encuadraba en los denominados “de Merced”.

Siguiendo los interesantes e inéditos datos del estudio en cuestión, de estas prácticas extendidas por toda Europa, se beneficiaban los puentes que se hallaban sobre caminos de peregrinación, pero, también, sobre rutas mercantiles vitales para el abastecimiento de una ciudad o territorio.

El “nuestro” cumplía ambas funciones, pues, una variante de los Caminos a Santiago por la zona sur de Lugo, pasaba y pasa por él y, a su vez, constituía y constituye un elemento esencial para el abastecimiento y la vida diaria de la población del Cabe, como hemos indicado.

Siguiendo el estudio, en Galicia, podemos afirmar que eran pocos los que ostentaban esta condición. Por su condición de “obra pía”, debían estar libres de derechos de tránsito, aunque, -como se comenta- lo cierto es que, esto se infringía con frecuencia.

En la extraordinaria obra del Doctor en Historia, D. Carlos Rodríguez Fernández, “Colección Diplomática de S. Vicente del Pino”, se encuentran foros pertenecientes al cenobio benedictino en los que se cita el puente.

Así, en un foro de fecha 5 de mayo de 1517, se hace referencia al mismo. Se le cita como “de los Pelambres”, debido a que estaba inmediato, y está,  a la antigua rúa de los Pelambres, hoy conocida como rúa das Hortas.

Conserva en su parte inmediata al monasterio de Santa Clara, una serie de signos lapidarios, marcas de canteros, que parecen indicarnos una construcción que se remonta al románico. No obstante, debemos tener mucho cuidado, pues, puede que las piedras sillares fuesen reutilizadas para hacer el puente, perteneciendo a otras construcciones más antiguas.

El actual puente “viejo” o “de piedra” se levantó en el siglo XVI. Pedro Rodríguez de Remberde, maestro cantero, otorgó testamento en fecha 29 de junio de 1591. Manifiesta , entre otras cuestiones, que construyera el puente “(…) con los apuntalamientos y condiciones que estaban hechas por el Licenciado Juan Monforte y Pedro Rodríguez de Estrada(…)”.

Aclara que, en un principio, la obra había sido adjudicada a Alonso Rodríguez de Remberde, familiar cercano de Pedro…

La obra del puente fue financiada por el Concello de Monforte, siendo objeto de reclamación por parte del referido cantero, ya que, Remberde, recomienda en una de las cláusulas del testamento, que sus herederos reclamen 1.000 ducados que le debía el referido Concello.

¿Por qué se realizó la reconstrucción del puente “viejo” en ese momento?.

Varias son las posibilidades. No pocos piensan que se pudo reconstruir a raíz de la posible destrucción parcial o casi total del anterior, como consecuencia de los intenso temporales de lluvia que sufrió Galicia durante la segunda parte del siglo XVI*.

Otros opinan que el primitivo puente bien pudiera quedar obsoleto, insuficiente, pequeño, para el importante tránsito que soportaba diariamente, y que cada vez iba a más.

En una “Relación Descripción de los Estados de Lemos” realizada en vida del XI conde de Lemos, (1666-1741), se dice que: “(…)el puente tiene cinco arcos(…)”.

En el “Catastro del Marqués de Ensenada”, al realizar el inventario correspondiente a la ciudad de Monforte, según documento firmado en nuestra villa en fecha 30 de abril de 1753, se dice sobre el puente, llamado “principal”:      “(…)

                           Puentes.

                          Ay la principal situada sobre el río Cabe la qual divide parte de la villa y corre desde la Plazuela de los Herradores hasta la de las Monjas,  yva a los barrios de S. Antonio y Remberde: Tiene 125 varas de largo y 7 de ancho con ocho ojos grandes y pequeño.

                         (…)”

 Francisco Coello en el plano que realiza de nuestra población en la segunda mitad del siglo XIX, lo hace constar con seis arcos.

En el “Diccionario de Madoz” se cita, solamente, con cuatro arcos.

Durante el siglo XIX, sufrió reformas que serían las que le conllevarían el ocultamiento de alguno de los arcos que posee.

Asimismo, la construcción del muro en la margen izquierda del río Cabe –Paseo do Malecón, década de los años 20 del siglo XX-, y ampliación del acceso, dio como resultado el taponamiento de algunos arcos que todavía conserva el puente y que están bajo el actual pavimento.

  1. Manuel Durán Fuentes, lo describe de la siguiente manera:

“(…)

Tres de sus arcos tienen luces que sobrepasan ligeramente los 11 metros, mientras que el cuarto, o más próximo a la margen derecha, se encuentra aterrado por lo que no se puede medir con exactitud, aunque es muy posible que tenga una luz semejante; su abertura máxima en la actualidad es de 7·80 m. El espesor de las boquillas es grande con respecto a las luces de los arcos, pues acaba en la clave de algunos de ellos, hasta un metro. Este exceso de altura de la dovelaje permite que en un determinado momento se rebajase  el –trasdós- de dos bóvedas en la zona próxima a la clave sin problema algunos.

Los tajamanes son apuntados por ambos lados, de planta triangular, con un alzado del vértice escalonado. El primer escalón que solo existe en los tajamanes de aguas abajo, se produce al aumentar la redondez de la punta del tajamán; el segundo, existente en ambos lados, se produce al ser parcialmente biselado por un plano inclinado; la planta de los tajamanes  pasa a ser trapezoidal, manteniéndose  esta sección hasta alcanzar la rasante de la calzada donde se forman unos pequeños –apartadoiros-.

Uno de los tajamanes – el primero por la izquierda- se encuentra fuera del lecho, en contacto con los muros de contención de acceso, confirmando  la existencia de las otras bóvedas actualmente ocultas y embutidas en el interior de la obra.

El perfil de la puente tiene un tramo horizontal en la parte central, con ligeras pendientes en los accesos. La calzada tiene un ancho útil de 3·90 metros y solo posee un andén en el lado de aguas arriba, de 0·75 metros de ancho; está pavimentado con adoquín.

El estado de conservación es muy bueno, aunque el tráfico que la cruza introduce factores de perturbación que indudablemente lo dañan.

Sería deseable que en el futuro próximo se destinase exclusivamente a uso peatonal.”

 Hace unos años se realizaron obras de perfeccionamiento en la calzada del puente. Se levantaron los adoquines y se hizo la obra necesaria para evitar filtraciones de agua que pudieran afectar a la estructura del mismo. Se repuso el pavimento con adoquín, además de mejor la acera que había con anterioridad a las obras.

Igualmente, se acondicionó parte del acceso al mismo, desde la popularmente conocida, Praza das Monxas, con la pavimentación por medio de adoquines.

*ALGUNOS DE LOS MAYORES DESBORDAMIENTOS DEL RÍO CABE A SU PASO POR LA POBLACIÓN DE MONFORTE.

 *Tenemos noticia de los fuertes y devastadores temporales de agua que sufrió Galicia durante el siglo XVI.

Acercándonos más a nuestro tiempo, podemos decir que, según diversa documentación manejada, durante el siglo XIX, tuvieron lugar fuertes temporales de agua. Por poner un ejemplo, podemos citar que en el año 1883, se registraron varios temporales de agua y vientos huracanados que derribaron numerosos árboles. Uno de ellos, por desgracia, cayó sobre la antigua capilla o ermita de “Nuestra Señora do Campo” o “da Virxe”. Según crónicas y publicaciones de aquel año, el edificio religioso quedó sin techumbre y, en poco tiempo, se vio totalmente arruinado, pese a los requerimientos de muchos, muchísimos vecinos que solicitaron al Concello que fuese reparado el mal.

Ya en el siglo XX, el mayor desbordamiento que se registró en el Cabe a su paso por la población, se produjo en el año 1909. Este hecho desgraciado coincidió con la Nochevieja y Navidad. Según los datos oficiales que hemos manejado, se habla de que el cauce del Cabe se elevó más de cuatro metros sobre el suelo y anegó las barriadas monfortinas de Ramberde, Carude, Cobas, etc. Causó victimas y un elevado número de pérdidas materiales. Las aguas arrastraron todo lo que encontraron a su paso. Muebles, reses, carros, etc. El puente sufrió algunos deterioros que fueron subsanados rápidamente.

Esta riada del año 1909, está todavía en las mentes de las personas octogenarias y nonagenarias, que nos relatan como sus padres y abuelos, hablaban, décadas después, todavía con miedo, de este terrible y demoledor suceso.

La inundación acontecida en Monforte de Lemos, tuvo un fuerte impacto en toda Galicia. Las fotos que se conservan son muy explicativas de la importancia que tuvo el desbordamiento del Cabe.

Vinieron otros desbordamientos, también muy destacables. El producido en el año 1939, también en el mes de diciembre, causo daños importantes a su paso por la ciudad. En el año 1959, vuelve a producirse otra inundación, muy comentada por los monfortinos que la vivieron “in situ”.

Otras menores en su intensidad, se produjeron en 1918, 1920, y años intermedios de esta década, así como en 1968 y finales de la década de los 70.

Sin ninguna duda, la construcción de la presa de Vilasouto, hizo disminuir, considerablemente, las crecidas del Cabe.

Ahora, nosotros tenemos en nuestra memoria la producida en diciembre del año 2000.

felipe aira pardo y jrcasan